EN UNA SENTIDA ceremonia realizada en el sector y organizada por la Alcaldía de Bello, los allegados a las víctimas de nuevo se encontraron, se abrazaron y lloraron de tristeza. El dolor no para.

Un mes después de que un alud acabara con las vidas de 82 personas en Calle Vieja, Bello, lo único que no se sale del alma es la tristeza, pues de entre los escombros siguen brotando cosas. Y de los ojos de los allegados a las víctimas no dejan de manar las lágrimas.

Ayer no más, Ana Pinilla, hermana de Fernando Pinilla, que murió bajo la tierra, halló una bolsa que contenía objetos de gran valor emocional para ella y su familia.

Se la encontró cuando caminaba por la montaña y al esculcarla se topó con que adentro estaban las fotos, los diplomas y otros documentos que le pertenecían a él.

Fue revivir aquellos días en los que andaba de la mano de Fernando, cuando él la aconsejaba y era su mejor parcero. Fue recordar su proyecto de irse a vivir con él a Calle Vieja, idea que casi se concreta si ese domingo 5 de diciembre no se hubiera atravesado la desgracia.

-Yo alcancé a traer la ropa, en la tarde iba a acabar de pasarme, pero no alcancé-.

Es decir, el destino no la tenía programada, ni a ella ni a su hijo de cinco años, para morir junto a su hermano del alma. Ella le agradece a Dios el milagro y haber rescatado el paquete de entre las ruinas.

-Esas cosas me lo recordarán más-, comentó instantes después de asistir a una misa que la Alcaldía celebró en memoria de las víctimas y con motivo de cumplirse el primer mes de ocurrida esta desgracia, la más grande en vidas perdidas que dejó el invierno en 2010 en Colombia.

Otros llantos y recuerdos
Y mientras Ana abrazaba el paquete con recuerdos, sentada encima de la tierra que sepultó las casas, Aurora Quintero Ríos lloraba abrazada a dos de sus nietas.

Rumió su dolor casi aislada del gentío. Todo el tiempo miró el lugar donde estaba la vivienda de los allegados que fallecieron, la casa donde vivían sus sobrinos Diego Nanclares y Catherine Nanclares, de 13 y 15 años, y su hermana Ligia, de 58, a quienes el alud les ahogó la vida.

Aurora agradeció la misa:

-Es una cosa que nunca se nos va a arrancar del alma. En Navidad todo fue tristeza, yo me salvé porque me había ido para donde un hermano que estaba hospitalizado-.

Iba a recibirle el turno a Mariela, la mamá de Diego y Catherine, que por la misma razón también se salvó de fallecer bajo la fuerza de los 80 mil metros cúbicos de tierra que cayeron sobre Calle Vieja. Por los tres, Aurora llorará toda la vida.

Igual que lo hicieron las cerca de trescientas personas que asistieron a la eucaristía, en la que el padre Nelson Montoya les pidió a los allegados valor para soportar las ausencias.

Antes de la bendición final, Ángela Espinosa, vecina de los fallecidos, leyó una elegía escrita por ella en homenaje a los que murieron. Uno a uno, mencionó a los que conocía y la razón por la que los recordará siempre:

-A doña Amparo, porque tu partida me ha dejado huella, ahora sé que tus regaños eran constructivos porque los lanzabas con amor; al bebé de Nelson, ángel acogido por Dios; a Tulia, cómo olvidar la alegría y el ánimo de quinceañera de tu corazón...-.

Oyéndola, llegaron más llantos, abrazos sentidos y el mensaje de esperanza dado por María Eugenia Palacio, alcaldesa (e) de Bello, quien les reiteró a todos que "el corazón de los bellanitas sigue arrugado por esta tragedia".

Luego de la misa, los asistentes se treparon sobre la misma tierra que sepultó a los que amaron, que estaba adornada con banderines blancos en señal de duelo.

Calle Vieja volvió a acoger a muchos de los que un día lo poblaron y trajo a la memoria a aquellos que murieron y que ya no volverán nunca, porque la montaña les arrebató la vida.
» Contexto

Proceso con damnificados avanza bien
En cuanto a las soluciones de vivienda para los damnificados y desalojados de las zonas de riesgo, la subsecretaria de Vivienda de Bello, Johanna Rodríguez, confirmó que de las 13 familias albergadas en el colegio Fontidueño sólo faltaban dos familias por conseguir casa en arriendo. Incluso en la tarde se confirmó que sólo el clan de Luz Marina Mosquera, que lo integran 12 personas, faltaba por definir la situación. En La Orquídea aún faltan 137 familias por desalojar, mientras ya se han firmado 186 contratos de arrendamiento.

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