Durante las últimas semanas algunos de los dirigentes políticos más importantes de Antioquia, han sido involucrados en escándalos de diversa índole, en virtud de señalamientos directos y declaraciones calumniosas de algunos personajes, que fueron protagonistas de una de las épocas más violentas de la historia reciente del país.

No es necesario pensar en la solvencia moral y ética de quienes aprovechan su nefasta condición para hacer falsas acusaciones a diestra y siniestra, basta con decir que son generalmente avezados delincuentes que por sus actividades non sanctas, hoy se encuentran tras las rejas, ya sea en Colombia o en el exterior.

Lo verdaderamente importante, pero más que eso preocupante es que detrás de esos señalamientos mediante los cuales se pretende satanizar y desprestigiar a los líderes más prometedores de la política regional, se encuentran algunos personajes que se apegan a proyectos hegemónicos de captura del poder; para quienes por encima de sus ambiciones no puede haber nada y que para llevar a cabo sus fines mezquinos son capaces de todo.

Estas estrategias, de desprestigio sistemático en contra de verdaderos dirigentes políticos, están precedidas de acuerdos clientelistas, donde se incluyen incluso algunos medios de comunicación, que a cambio de importantes cuentas de pauta publicitaria, prestan sus micrófonos para que el escándalo se convierta en un verdadero show mediático del cual se alimentan las mentes mórbidas de algunos actuales detentadores del poder, que viven ansiosos por conservarlo o algunos otros que ambicionan detentarlo.

Para quién lee no será difícil concluir, que las personas que hay detrás de las infames acusaciones, solo pretenden señalar y desprestigiar cómo una estrategia sistemática y destructiva previa época electoral; buscando por supuesto dañar una carrera política, perjudicar una familia, generar un manto de duda sobre la imagen y la historia de dirigentes hechos a pulso y entre otras cosas, generar un ambiente apto para continuar extendiendo los tentáculos de la corrupción y el clientelismo por medio de la captura del poder regional.

Cómo ya se había señalado, algunos medios de comunicación son usados por estos enemigos de la democracia y su estilo es comunicar selectivamente y sin rigor; estos medios abordan la “noticia” sin objetividad, sin equidad, sin equilibrio y sin serenidad, asumiendo así una posición y un tono mediático que los convierte en instrumentos antidemocráticos de destrucción.

No es posible entonces que estas maniobras detengan lo imparable, y lo imparable es la voluntad de una sociedad. Cuando toda una sociedad cree en sus dirigentes y les rodea, podrán usar cualquier táctica, cualquier estrategia en contra de sus líderes, pero jamás podrán exterminar un sueño colectivo, una ilusión de construir un departamento grande, incluyente, equitativo, una esperanza de superar los retos que depara el futuro; por ejemplo aún estamos lejos de conquistar la democracia plena, que pasa por el fin de la brutal desigualdad social y para lograrlo necesitamos gobernantes con humildad, transparencia, carisma y especialmente necesitamos que nuestros dirigentes sean hombres y mujeres de palabra.